¡Larga vida al rostro!
¡Larga vida al rostro!

¡Larga vida al rostro!

¡Larga vida al rostro!

Empecemos con un hecho: la representación del rostro es uno de los temas predilectos en el arte. Razones consabidas lo justifican, a saber, espejo del ser, desnudez del alma, singularidad de uno mismo, huella del espíritu, mapa de una vida, etc. Todos poseemos una cara que nos identifica, que nos cubre a la vez que nos delata; pero más que “tener”, lo que aquí nos interesa es que somos nuestra cara. Esta es una de las líneas por las que discurre la actual muestra en GIP.

En “Kára” hay 50, todas con sus dos ojos, su boca, su nariz y su mentón. Se podrá distinguir entre la nariz nubia de una y la chata de otra, entre los ojos almendrados de aquella o los vidriosos de esta; o fijarnos en las profundas arrugas que surcan algunas en contraste con la tersura propia de las más bisoñas. Caras angulosas, redondas u ovaladas. Caras cuidadas, ajadas, relajadas o tensas. Caras de niños, jóvenes o ancianos. Todas se prestan fácilmente a la descripción y de ahí a la objetivización; sin embargo, nuestra intención ha sido la de apelar a la comunicación que se desprende de cada una de ellas. Lo repetimos: somos nuestra “Kára”, seres contenidos y expresados. Tal comunicación es a veces ambigua –fíjense en la imagen titulada “¿Por qué?”–, otras cristalina como en “Sobran las palabras” o en “Nostalgia” y otras tantas ilustra temas que siempre nos han acompañado, tales como el tempus fugit (“Reflejo”, “Viví y morí en un instante”) o la esperanza en la oscuridad (“Luz en el abandono”). El rostro es señal constante de uno mismo y es asimismo uno de los elementos más eficaces para el artista a la hora de representar las cuestiones que le preocupan (“Silencio” o “¿Por qué?” de Jorge Yuviel). Las obras “Mis miedos que florecen” y “Bloqueado” ejemplifican el poder de esa comunicación incluso en la presencia no explícita del rostro.

La segunda línea que cruza la exposición surge de la gestación de la misma. El engranaje no fue fácil, 50 obras que debíamos colocar con un sentido, con un contexto que ensalzara aún más su valor. Le dimos vueltas al asunto: ¿agruparlas por géneros? aquí las de autorretrato, aquí las callejeras, allá las de estudio; ¿o por expresión de emociones? como una especie de catálogo de semblantes parejo al de los emoticonos en nuestros móviles. No lo veíamos claro. A nuestro rescate vino una imagen, la de “Narciso”, y nos planteamos entonces desarrollar de alguna manera el mito que la obra interpretaba. Es por ello por lo que el primer bloque presenta el mito: el bello Narciso (sea este “Rodrigo” o ese “Natureboy”) está en la flor de su juventud, arrogante rehúye a las ninfas y la siempre vengativa Némesis lo condena a enamorarse de sí mismo. Sucumbe ante su propia belleza reflejada en el agua cristalina, florece entonces la angustia y el miedo, y finalmente muere ahogado. ¿Qué hemos aprendido? tal vez que en el arrobamiento de la propia imagen llega uno al conocimiento fundamental de su existencia. Una existencia terrenal que deviene entre un principio y un final, y que se concibe como un viaje. Sin rompernos más el coco llamamos así al segundo bloque: “Viaje”. Narciso (personalidad que trasladamos a cada uno de los rostros de la muestra) comienza su trayecto, y su odisea en muchas ocasiones, hacia la formación del yo. La niñez, los años jóvenes (véase “Kely” o “Aire”)… se van jalonando las experiencias y el rostro las registra cual sedimentos que atesoran tanto el cauce como el caudal de una vida.

Y llegamos finalmente a la “inversión” del mito: del embelesamiento con la belleza a lo incierto y difuso de la existencia. El último bloque recoge ese tiempo donde los mitos han caído y de bruces somos nosotros y nuestras circunstancias.

Lo dicho: ¡larga vida a “Kára”!

Como siempre pasen y vean,

juzguen por su propio entendimiento.

Por: Alexia Santolaya Díaz

3 comentarios

  1. Ernesto Castiñeira

    Fue una excelente exposición. Desde mi punto de vista muy bien lograda, muy bien organizada, una curaduría exquisita, muy inteligente y sensible.
    La selección de las imágenes demuestran un trabajo serio y con mucha pasión. Personalmente la disfrutó muchísimo.

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